Una Encina sin fiestas en Ponferrada: recuerdos y restricciones para un Día del Bierzo marcado por la pandemia

De izquierda a derecha y de arriba abajo, caseta de la Casa de Andalucía, Feria de la Cerámica, puesto de Vino Añejo, retransmisión de Onda Bierzo, Chus Alonso en una milla y pregón de Pepa Rodríguez.

César Fernández

Los actos del Día del Bierzo todavía se celebraban en la Plaza de la Encina de Ponferrada cuando tres décadas atrás la periodista Sonia Linares hizo su primera retransmisión radiofónica por el 8 de septiembre. Acompañaba a su padre, el recordado Ignacio Linares, en la llamativa unidad móvil de Onda Bierzo. Por entonces no había modernos sistemas de transmisión como los actuales RDSI, pero tampoco una amenaza sanitaria que provoca secuencias insólitas como el clero pidiendo a los fieles que no acudan en masa a la misa de 12.30 horas de este martes. Tras trasladarse a la Plaza del Ayuntamiento, la celebración con la ofrenda regresa a aquella ubicación, ahora al interior de la Basílica de la Encina. Y la radio será más importante que nunca para hacer llegar los sonidos del día central de las primeras Fiestas de la Encina en esta denominada 'nueva normalidad'.

Las Fiestas de la Encina, con varias retransmisiones en directo, eran hasta la fecha los días de trabajo más intenso en una emisora local de radio. Las celebraciones patronales y la Semana Santa lo son para la plantilla de la Policía Municipal, al completo para múltiples servicios de calle. José Manuel Ezquerro salió de la academia en agosto de 1977. Pasó casi un mes vestido de paisano a falta de uniformes para vivir su primera Encina en el cuerpo de seguridad. La ciudad era otra; el tráfico, “más peliagudo” a falta de vías de descongestión como las que ahora evitan pasar por el centro. Y es precisamente el bajón en el tránsito de vehículos la principal diferencia que nota estos días Ezquerro, que hizo sin solución de continuidad la transición de la Policía a la Jefatura de la Agrupación de Protección Civil, cuyos voluntarios han pasado este año a tomar la temperatura en los conciertos del Auditorio Municipal, de lo poco que se libra de la suspensión general de las celebraciones.

La crisis sanitaria deja secuencias insólitas como las del clero pidiendo a los fieles que no acudan en masa a la misa de 12.30 horas de este martes, en el interior de una Basílica de la Encina con aforo reducido

Las competiciones deportivas se quedan este año en el banquillo. Varios miles de personas se reunían para ver el campeonato de karts o la milla urbana, una 'Olimpiada' particular para el atleta berciano Chus Alonso. La comparación no resulta exagerada al contemplar la foto de una edición de los años ochenta en la que comparte cabeza de carrera con mitos como José Luis González, Abel Antón o Fermín Cacho, campeón olímpico de 1.500 en Barcelona 92. “Me ponía muy nervioso”, señala Alonso, que vivió también la tensión de las fiestas desde el punto de vista organizativo en un par de ediciones de la media maratón. Se pasó del deporte de élite al popular. Y la mayor distancia obligaba a una coordinación del tráfico especialmente compleja en una ciudad de Ponferrada. “Pero la Policía Municipal era muy participativa”, subraya sobre un cuerpo que se fue acostumbrando a que las pruebas deportivas estuvieran “más repartidas por otras fechas del año”, aporta Ezquerro.

La “emoción y la responsabilidad” de los pregoneros

A mitad de camino entre el deporte y el ocio infantil y juvenil, María José Rodríguez 'Pepa' se recuerda “pintando vallas” en los primeros talleres de CIMA, la Ciudad Mágica que convirtió sucesivamente el Parque del Plantío y el Parque del Temple en un espacio de diversión, formación y disfrute para los más pequeños, así como una especie de antesala de la Encina. Acostumbrada a estar activa en varios frentes, en los primeros días de septiembre le coincidían los exámenes de recuperación como profesora del Instituto Álvaro de Mendaña, algunos de los talleres deportivos de CIMA o las charangas con la Peña Camuñas. Y ella, que había visto en el País Vasco cómo “las fiestas se vivían en la calle” y estaba acostumbrada a disfrutar de las de Ponferrada desde el pregón en la Plaza del Ayuntamiento, en 2013 se subió al balcón como pregonera, un hito en su biografía. “Se vive con emoción y con responsabilidad”, dice.

“Se vive con ilusión, responsabilidad y agradecimiento”, coincide el pregonero de 1994, el periodista Toño Criado, quien, pese a desarrollar la mayor parte de su carrera profesional en Madrid como cronista parlamentario para Radio Nacional de España, intentaba siempre estar presente en Ponferrada por la Encina. Criado continuó su vínculo como colaborador habitual de la revista que se editaba por las celebraciones con artículos sobre célebres personajes populares como el Barquillero o el Sapín. Coleccionista de programas de mano (apenas le faltan tres entre el año 1950 y 2019), echa de menos en este año sin festejos una edición simbólica, incluso la instalación de una pequeña muestra del alumbrado o un pregón, “algo que deje constancia de que hubo fiesta”, apostilla para esbozar la idea de haber contado con algún tamboritero por las calles ahora que no se permiten las aglomeraciones.

La Encina de 2020 sin fiestas remite a la nostalgia y los recuerdos. Los de Criado arrancan con la ilusión de subir al Ayuntamiento con la pandilla para ver si alguno podía salir de cabezudo (“daban un dinero por ello”), disfrutar de las bombas japonesas o veleros encantados (piñatas) o la batalla de flores (cabalgata) antes de seguir toda la programación musical, desde los primeros festivales de rock en el Castillo de los Templarios hasta la muestra de canción berciana o las reuniones más improvisadas de rondas de los pueblos en la antigua bodega Casa Marcos. ¿Qué no se habría perdido de haber habido fiestas? “Ir al Real de la Feria a tomar un vino”, responde.

Vino Añejo El Abuelo llevaba seis décadas ininterrumpidas con su puesto en el Recinto Ferial. Si en abril no se retoma la actividad, Juan José Herce (la tercera generación del negocio familiar) empezará a buscar otro trabajo

De eso, de calmar la sed de bercianos y foráneos con vino dulce, se ha encargado de manera ininterrumpida las últimas décadas Vino Añejo El Abuelo, una firma de Autol (La Rioja) que este año ha tenido que quedarse en casa. “Había empezado mi padre”, dice Jesús Herce, la segunda generación, con casi 50 años a sus espaldas de ferias en lugares en los que ha hecho amigos como la de Ponferrada. “No estar este año allí es un palo muy grande”, resume para mandar un abrazo a sus parroquianos del Bierzo. Cuando empezó, el recinto ferial improvisado estaba en el Polígono de las Huertas. Antes de la multiplicación de parques de atracciones y otras alternativas de ocio, era el epicentro de unas celebraciones que, con el paso del tiempo, fueron diseminando sus puntos de interés. Ahora que Ponferrada cuenta con Recinto Ferial propio, su actividad económica ha decaído. “Pero, por muy mal que esté la cosa, un vino a un euro se lo permite cualquiera”, señala.

Que Ponferrada seguía siendo una buena plaza lo confirma su hijo, Juan José Herce, la tercera generación de un negocio que completa alrededor de una decena de ferias entre abril y octubre. La capital berciana, a la que acudía con un par de días de antelación para pulsar el ambiente y tras dos viajes (uno para llevar el camión y otro con la vivienda), era fija en el calendario. “Somos muy queridos”, refrenda Herce sin obviar que “el miedo al contagio” abortó cualquier posibilidad este año. “Y si en 2021 no podemos arrancar en abril, me pondré a buscar otro trabajo”, constata para hacer ver las dificultades por las que atraviesa el sector de los feriantes.

La música en directo también sufre los avatares de una crisis sanitaria que le corta las alas y los micros. La Tuna Universitaria UNED de Ponferrada llevaba celebrados cuatro certámenes y un encuentro en los últimos años. “Este año sería nuestro quinto certamen y las circunstancias nos han dejado mudos por el momento, porque no concebimos la tuna si no es disfrutando con la gente en la distancia corta”, dice su responsable, Jorge Santalla, al rescatar escenas inverosímiles en la actual tesitura como un pasacalles por el casco antiguo, donde echó raíces una actividad que se ha ido dispersando para hacer también partícipe al centro de la ciudad en las últimas ediciones.

Santalla fue consciente ya desde marzo de la imposibilidad de organizar una cita que mueve a centenar de tunos y a miles de espectadores siempre bajo la premisa de intentar lograr “una fusión con otras artes” para servir de elemento de dinamización cultural en la ciudad, cuyo nombre resuena en el exterior como los ecos de las rondas. El programa se perfila con meses de antelación. Pero su engranaje en unas fiestas que ponen patas arriba la ciudad siempre deja espacio a la improvisación e incluso cabos sueltos como el año pasado cuando, tras un desfile de moda, el escenario de la Plaza del Ayuntamiento se quedó pequeño “y un tuno se cayó de cabeza”. Así es difícil desdoblarse y vivir las celebraciones. “Llevaba todos estos años sin poder disfrutar de las fiestas”, apunta.

La situación redobla el papel de la radio como servicio público para hacer llegar los actos del Día del Bierzo. Yo le daría una vuelta a los discursos políticos. Vienen de fuera para decirnos las necesidades que ya sabemos que tenemos, dice la directora de Onda Bierzo, Sonia Linares

El ritmo de trabajo es este año más relajado en Onda Bierzo, que busca otros temas (y no faltan con la crisis sanitaria) con los que llenar una agenda informativa que en años precedentes se nutría en buena medida de las propias celebraciones patronales. A falta de pregón, la cadena sí mantiene las retransmisiones de la novena y del acto institucional y la ofrenda del Día del Bierzo. Claro que las restricciones mandan. Su directora, Sonia Linares, y Diego Luis González, que hacían pareja radiofónica en la Plaza del Ayuntamiento, tendrán esta vez que separarse para estar uno en la sacristía de la Basílica y otro en el estudio, además de Silvia Linares en el control.

¿Discursos políticos que cambiarán carbón por Covid-19?

Los periodistas se libraron hace algunos años de la comida institucional posterior a los actos, un alivio para la conciliación de la vida personal en días en los que presta disfrutar con la familia. Pero no lo han hecho de los discursos políticos. “Y yo a eso le daría una vuelta. Nos vienen a decir a nuestra tierra las necesidades que ya sabemos que tenemos”, se queja Sonia Linares, que apuesta a que las intervenciones de este año cambiarán por Covid-19 donde otras veces decían carbón para titular unas de esas crónicas plagadas de lugares comunes que incluso se podrían escribir con antelación.

Lo que sí ha reforzado la actual situación es la importancia de la radio como medio de cercanía, considera Linares al apelar a la información “fiable” frente al océano de las redes sociales. Citas como la del Día del Bierzo refrendan su papel como “servicio público”, más si cabe en las actuales circunstancias en las que ya no sólo será altavoz para vecinos de la periferia del Bierzo, sino incluso para los propios de Ponferrada que este 8 de septiembre sintonizarán la radio para seguir en directo los actos centrales.

Y es que las fiestas patronales ponen a prueba el papel de los medios de comunicación locales. “Y nosotros estábamos en la apertura de todos los actos”, destaca Linares. “Con Sonia siempre hablábamos”, confirma Adoración Ferreras 'Dorita', socia desde hace 17 años de la Casa de Andalucía en El Bierzo, colectivo cuya caseta ya era un elemento más de la Encina. Pero para que unos pudieran disfrutar de las migas y el rebujito o los bailes, otros tenían que sacrificarse. Más de medio centenar de socios participaban en un operativo que comenzaba días antes con el montaje y un día después con el desmontaje de la carpa; por el medio, normalmente del 5 al 9 de septiembre, muchas horas en la cocina o a pie de barra despachando pescaíto frito y calamares, los productos estrella.

“Se trabajaba mucho, pero también nos lo pasábamos muy bien”, resalta Dorita al relatar jornadas que empezaban a las diez de la mañana (con una persona de guardia por la noche) “hasta que el cuerpo aguante” en las que, a veces sobre la marcha, se quitaba el delantal para pasar de la cocina el escenario con el vestido de bailarina. El público respondía. “Parece mentira el éxito que tiene en El Bierzo”, dice antes de reconocer que muchos años su horizonte los días de fiesta se circunscribía a la caseta, si bien algunas integrantes participaban vestidas para la ocasión en la procesión del Día de la Encina.

Quiso la casualidad que este año se llegara al Día del Bierzo, en el que la ofrenda a la Virgen de la Encina la asume de forma rotatoria por orden alfabético un ayuntamiento de la comarca, con el abecedario consumido tras el protagonismo en la edición anterior de Villafranca del Bierzo. En 2020 le tocaba de nuevo a Arganza, que apenas había empezado en marzo a planificar su ofrenda cuando el coronavirus desbarató los planes. “Ojalá se pueda hacer en 2021”, dice, todavía con cautela, su alcalde, César Antonio Cabezudo, que garantiza porteadores suficientes para sacar a la Virgen de la Encina en un municipio de 900 habitantes tras el canto conjunto a la despoblación rural que, a falta de brazos suficientes por separado, unió hace dos años a Balboa, Barjas, Trabadelo y Vega de Valcarce. La ofrenda corresponderá finalmente al personal sanitario del Bierzo, un “acierto” dadas las circunstancias, aplaude Sonia Linares.

Casi la única señal de cierta 'normalidad' es la apertura de la Feria de la Cerámica, que ha sobrevivido a los efectos de la pandemia. La gente que está entrando es gente interesada en la compra, dice su director, Gerardo Queipo

Aun siendo especial, la ofrenda da cierta 'normalidad' a las celebraciones, cuyo suspenso casi general hacen que la actividad de la concejala de Fiestas, Lorena Valle, sea prácticamente “como cualquier otro día” en vísperas de la Encina. Dando prioridad a la “seguridad” de las personas, la edil alude a la elaboración de un programa cultural y musical de verano que se ha estirado a los primeros días de septiembre y tiene todavía resonancia en los conciertos con aforo reducido en el Auditorio Municipal. “No va a haber ninguna actividad de calle porque no se puede”, añade Valle, que el año pasado tuvo que gestionar un programa muy perfilado por sus antecesores y que espera el próximo año dejar el sello de un modelo “mucho más participativo”.

Y otra señal de 'normalidad' es la otra actividad que se ha mantenido el cartel, la Feria de la Cerámica, que cambia el patio del Colegio Campo de la Cruz por el aparcamiento la calle Obispo Osmundo. A su director, Gerardo Queipo, es al que menos le ha cambiado el panorama de todos los protagonistas de este reportaje, si bien admite que la nueva tesitura, con distancias de seguridad, mascarillas y geles hidroalcohólicos, pueda hacer de criba para el público. “La gente que está entrando es gente interesada en la compra”, dice sin ocultar que subyace una sensación de “miedo” que se compensa con el cumplimiento estricto de los protocolos sanitarios.

La incertidumbre sobre la celebración de un evento que el próximo año cumplirá cuarenta ediciones se mantuvo hasta última hora. Pero Queipo apela a la confianza que se ha ganado en el gremio, que ha respondido a una cita que fue dejando emplazamientos provisionales hasta establecerse en el patio del centro educativo, que ahora ha encontrado por efecto de la pandemia otra ubicación que su director alaba por la cercanía a la Plaza del Ayuntamiento y que ofrece casi la única foto con aires festivos de esta Encina 2020 marcada por la pandemia.

Etiquetas
stats