Las excavaciones arqueológicas no logran desvelar el misterio de los cubos esquineros de la muralla romana de León

Esquina Sureste de la muralla tardorromana, en la calle Carreras y la avenida de los Cubos. // Uribe

Jesús María López de Uribe

¿Eran cuadradas las torres de las esquinas de la muralla tardorromana de León? Esta es una de las grandes preguntas de los últimos años de la arqueología en la ciudad de León, conseguir demostrar si los cuatro cubos esquineros de la muralla tardorromana de León (la de los cubos) eran cuadradas o no; sobre todo después de certificarse hace casi tres años que el de la esquina suroeste en la calle Conde Rebolledo fue cuadrangular desde tiempos de los romanos.

Con este descubrimiento –tras la restauración de este bastión que se derrumbó en marzo de 2017 por una chapucera actuación, supuestamente para “consolidar la muralla”, del ayuntamiento gobernado por el PP de Antonio Silván y al que en el siglo XVI se le denominaba ya la Torre Derruida–, a los arqueólogos les quedaba únicamente por confirmar si el cubo esquinero en la confluencia de la calle Carreras con la avenida de los Cubos también era cuadrangular en su concepción original del siglo III, cuando se cree que se recreció la primera muralla de piedra del campamento romano del siglo I después de Cristo (aquí se puede ver las distintas que levantaron los legionarios romanos en una infografía de Dativo Rodríguez).

La cuestión es que los dos bastiones de las esquinas de los lienzos al Sur (el que da a la Plaza Mayor y a las calles Azabacherías y Conde Rebolledo) quedaba claro que eran cuadrangulares. El otro, la Torre de los Ponce es evidente que tiene esa forma cuadrada ya que se conserva desde los cimientos romanos.

Pero el problema estribaba en saber si sus contrarios, los de la parte Norte, la que da a la Era del Moro [aquí se puede leer un reportaje del parque arqueológico de dos mil años que se ha encontrado allí con los trabajos de restauración], se habían diseñado originalmente de esa forma cuadrangular... o semicircular como el resto de los ochenta cubos que tuvo originalmente y que son los que vemos reconstruidos a lo largo de los siglos hoy en día. Los dos cubos están desaparecidos, al haber sido derruidos a finales del siglo XIX y primeros del siglo XX, y el Noroeste se encontraba justo en el arranque de la muralla en la calle Ramón y Cajal en la intersección con la calle Abadía (y en frente Renueva).

En ese lugar ya se efectuó una prospección arqueológica cuando a finales del siglo XX se peatonalizó la calle Abadía, pero pese a que en el suelo queda la marca de piedra de la esquina de la muralla, no se pudo determinar de qué forma era el cubo esquinero porque las intervenciones humanas en el espacio fueron tantas que resultó imposible a los arqueólogos determinar de qué forma era. La parte exterior del cubo debería estar en el medio del asfalto de la calle, pero cualquiera que se ponga a contar los registros de las alcantarillas, tubos del gas, eléctricos y demás en ese lugar podrá comprobar que hay más de veinte en esta intersección.

Esto implica que las zanjas para este tipo de canalizaciones fueron tantas a lo largo del tiempo que destruyeron los cimientos, dejándolos irreconocibles. Mientras no se vuelvan a realizar más catas o se utilicen otro tipo de tecnologías, “por ahora, a falta de otro tipo de investigaciones y más intervenciones, será imposible comprobar cuál fue su forma inicial”, afirma el arqueólogo municipal Victorino García Marcos.

Las intervenciones del siglo XX hacen imposible determinar como fue el de la calle Carreras

Las excavaciones financiadas por fondos europeos en la calle Carreras eran la esperada oportunidad de determinar si el último cubo esquinero, el Noreste, era semicircular o cuadrado. De resultar como los del lienzo sur de la muralla romana se podría colegir que los cuatro podrían haber sido cuadrangulares al menos en un 75% de probabilidades.

Por lo que la excavación arqueológica de los cubos derruidos a primeros del siglo XX (el tercero sería el de Genarín) en esta localización de la calle Carreras era largamente esperada por los arqueólogos para poder resolver esta duda. Sin embargo, otra vez la actuación humana ha imposibilitado saber a ciencia cierta cómo fue originalmente.

En el último número del Boletín de Información del Edusi León Norte se reconoce que “la gran decepción de los arqueólogos es no haber podido concretar si la desaparecida torre romana, denominada del Torío [... ] era semicircular o cuadrada”. La cuestión es que al abrir la zanja se ha descubierto que “los cimientos de la muralla romana están tan destrozados en esa zona, al estar situados a ras de suelo de finales del siglo XIX, que ha impedido no sólo concretar el alzado de la torre, sino determinar cómo eran los propios cimientos”.

Cimientos destrozados

Los arqueólogos han concluido que la zona de la esquina, fue “durante siglos” un paso crítico de circulación por la ciduad de León“, ya que fue la carretera de Asturas (incluso la N-120 en un momento dado) a modo de primigenia circunvalación. ”Este paso obligado, junto a las múltiples conducciones de tuberías de todo tipo durante el siglo XX ha deshecho, en palabras de los técnicos, los restos arqueológicos“, explican en el artículo del boletín municipal.

La cuestión es que las intervenciones en las carreteras cambiaron la cota y la dirección de la elevación de la pendiente. Por la calle carreras corría la presa de la Era del Moro (que iba paralela a la muralla hacia el Molino Sidrón), con lo que en la esquina la calle iba más alta que ahora; es decir, cambiaron la cuesta, lo que hizo que se destruyeran los cimientos de los cubos más cercanos a ella al rebajarlos. De hecho, los dos primeros cubos desde Puerta Castillo conservan los mismos, y los siguientes van perdiéndolos poco a poco hasta llegar a una masa de piedra indefinida en el de la esquina.

“Este enclave es donde la cota de la cimentación de la muralla tardorromana es más baja, lo que contrasta con la cota de, por ejemplo, los cubos aledaños al Arco de la Cárcel, dos metros por encima. Esta diferencia de alturas justifica que los cimientos y el inicio del alzado de los cubos semicirculares más cercanos a la plaza del Espolón estén perfectamente delimitados”, explican los técnicos.

¿Entonces? ¿Cuadrados o semicirculares? “Lo único que sabemos es que en algún dibujo o cuadro medieval lo vemos como redondeado, pero a saber cómo pudo ser en un principio porque no es que fueran muy precisos a la hora de plasmar en imagen lo que veían en esa época”, explica Victorino García Marcos. “Es probable que no lo sepamos nunca, porque los restos que han quedado están absolutamente machacados”, confiesa. De momento, a falta de otra intervención arqueológica más afortunada, los expertos no pueden ofrecer una respuesta.

Otro de esos misterios más de la muralla del campamento romano de Castra Legio que se convirtió en ciudad cuando la Legio VII Gemina lo abandonó en el siglo IV, pero que gracias a su potencia y fortaleza hizo que fuera elegida por Alfonso III para instalar la corte del reino asturleonés, el más importante de la Edad Media hispánica hasta el siglo XII y la Cuna del Parlamentarismo, donde se celebraron las primeras Cortes Estamentales del Antiguo Régimen.

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